El desmentido científico de la existencia de dios

Los milagros no son compatibles con la ciencia, asegura el divulgador Stephen Hawking y, por lo tanto, niega la existencia de un posible dios con total rotundidad. ¿Es la Iglesia la que lleva la razón en estas cuestiones o los científicos que aportan datos empíricos?

 Einstein, ciencia y dios

La ciencia trata de demostrar la existencia de un probable dios. ¿Es posible o en realidad estamos todos equivocados? Y ante todo ¿qué pruebas se podrían aportar para demostrarlo?

religión sobre dios

Por supuesto, es un tema muy complejo pero al que se recurre, en determinadas ocasiones, con el fin de desestimar o dar la razón (dependiendo la teoría o razonamiento que, en cualquier caso, se defienda) a la nueva hipótesis propuesta.

Hawking y su negación

En esta ocasión, el que habla de dios no es cualquier persona ni un predicador o charlatán anónimo. Se trata del divulgador y científico británico más reputado de nuestro siglo, Stephen Hawking, quien ha negado de forma rotunda la existencia de ese dios.

hawking niega a un dios

Su afirmación categórica y contundente se basa en que “si estamos muy cerca de lograr el objetivo de entender el origen y la estructura del Universo, ningún aspecto de la realidad está ya fuera del alcance de la mente humana”. Por lo tanto, su conclusión es que “no hay ningún dios. La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia”.

Creación fantaseada

Y sin pestañear. Y a partir de aquí parece que ya está dicho todo pero, claro está, la Iglesia, negará tales teoremas relacionados con orígenes, a su parecer, “dispersos” y nada útiles sobre nuestra existencia.

ciencia y dios

Se aferrará además a ese origen de la creación que recoge la Biblia y que describe –con ciertas dosis de fantasía y toques de sobrenatural- los comienzos de la Tierra, la vida, el primer ser humano, Adán, Eva… decididos sin más por una deidad superior.

creyentes en dios

Claro está, es una creencia que, afortunadamente como todas, es opcional y muy personal, pero ¿demostrable? Y en cuanto a praxis no se trata de un libro escrito por supuestos hombres de hace siglos ni presuntos milagros o apariciones, sino teorías empíricas que aporten pruebas objetivas y así acabarían con suposiciones y debates innecesarios.

 ¿Y tú qué opinas al respecto?

Anna Karenina: entre el amor desenfrenado y la amargura

anna karenina

– “Oh Dios mío, no me olvides; sólo te tengo a ti”.

– “¿Cómo iba a olvidarte? Tú eres mi felicidad”.

– “¿Felicidad? Tú has asesinado mi felicidad. ¡Asesino, asesino, asesino…!”

Quizás uno de los diálogos más impactantes de la nueva versión del clásico más conocido de León Tolstoi, “Anna Karenina”, el último film de Joe Wright, que repite historia de época y protagonista tras su personal visión de “Orgullo y Prejuicio”.

La británica Keira Knightley es la encargada de dar vida a esta heroína de la Rusia Imperial, a través de la cual podemos admirar a una actriz mucho más madura y entregada a un personaje tan complicado como extremo. Muy atrás ha quedado aquella Knightley que encarnó en 2003 a Elizabeth Swann en “Piratas del Caribe”.

anna-karenina En la actualidad, sus cometidos son muy diferentes. A pesar de su confesado miedo escénico (que afronta con sus propios trucos) se mueve por la pantalla como si el papel estuviese hecho a su medida. Karenina es una mujer “fuera de época” que pretende desafiar los convencionalismos sociales de la era que le ha tocado vivir (finales del siglo XIX) con el único fin de anteponer su pasión y, sobre todo, el amor. En este caso, el que siente por un oficial de caballería (interpretado por Aaron Johnson), a pesar de estar casada y tener un hijo.

Marginar socialmente

Por supuesto, y fiel al texto literario, la película también nos deja entrever una dura crítica a la aristocracia de la Rusia imperial, su hipocresía por marginar socialmente y señalar a la que consideran una adúltera (– “Se ha saltado las reglas y eso es peor que infringir las leyes” –subrayan), mientras la mayoría de los señores hacen lo propio con sus amantes casuales.

El otro gran sufridor de esta historia es el marido de Anna, un alto funcionario del Gobierno, Karenin, interpretado por un muy bien caracterizado e irreconocible Jude Law. Él está enterado del adulterio de su esposa pero es capaz de olvidar este hecho, a cambio de que se guarden las apariencias sociales:

– “Tú seguirás conservando tu posición, todos tus derechos y tus deberes pero debes dejar de verlo” – le dice a Anna Karenina.

Pero su mujer no está dispuesta a renunciar al único sentimiento verdadero que ha experimentado en su vida (-Estoy condenada; lo sé”-afirma mirando al cielo) y, por ello, la historia transcurre entre dos extremos: desde la pasión más desenfrenada hasta la amargura y el drama más desgarrado.

anna kareninaLa propia Knightley ha asegurado en una entrevista que siente tristeza por la protagonista de esta novela. “Ella ha probado el romance y la lujuria, y se convierte en la única manera que tiene de comprender el amor. Es incapaz de vivirlo en un contexto diferente. Por eso, acaba sintiéndose miserable; jamás volverá a sentir la sensación de aquella primera vez”.

Búsqueda de la felicidad

El tema de la religión también está muy presente, sobre todo encarnado en otra historia paralela que el director de la película no ha querido omitir: la de Levin, un terrateniente bondadoso, que pretende mejorar las vidas de sus siervos y que, incluso, trabaja a diario junto a ellos.

El latifundista busca su felicidad de forma incansable y de diversas maneras, hecho que consigue finalmente cuando encuentra a Dios y su vida se llena espiritualmente.

Cabe destacar ese curioso teatro que aparece en la mayoría de las escenas como un personaje más y que hace que, en ocasiones, casi confundamos, la película con una obra teatral, a la que le acompañan curiosas coreografías, danzas, cámaras lentas, congelación de las imágenes, telones que se abren y se cierran… ¡todo un espectáculo!