Las Redes Sociales: un tatuaje imborrable

El tema de la privacidad en Redes Sociales siempre ha sido algo muy discutido en interminables foros. La cuestión es que ocurre como en la vida real. Se trata de una dosis de coherencia y no desahogarte a través de una pantalla por haber tenido un mal día

redes sociales

Mucho se habla hoy día de la privacidad en redes sociales y gran parte de la población aún desconfía de ese gran desconocido, como es Internet, ese anónimo y enorme mundo virtual donde muchas cosas se publican, pero donde todo se acaba sabiendo.

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El sabio refrán de “el mundo es un pañuelo” incluso puede también puede aplicarse a un reducto virtual que trascurre en paralelo y donde el tiempo siempre sigue otro ritmo. La vida, por tanto, se diluye entre tweets, selfies, fotografías en primer plano de chic@s con morritos, posados nocturnos cuando se van de fiesta e incluso imágenes de sus rincones preferidos o la comida favorita del día.

Sus propias normas

Todo tiene cabida pero ¿también hay algún pequeño reducto para que quepa un trocito de nuestra intimidad?

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Mucho se ha hablado de esa cuestión de la privacidad en las redes sociales pero quizás poco se ha aclarado al respecto. Y es que aquí cada uno impone sus propias normas. Algunas plataformas nos dan la oportunidad de decidir qué tipo de contenido queremos compartir de forma pública o con quién, aunque muchos otros desconocen estas opciones o no controlan la información que otros amigos o seguidores comparten en sus muros de redes sociales.

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Esto ha dado lugar a situaciones comprometidas e incluso a la ruptura de algunas relaciones de pareja o la pérdida de algún empleo por comentarios o imágenes desafortunadas que, en algún momento, nos han parecido incluso simpáticas.

Está claro que las redes sociales (entiéndanse tales como Facebook, Twitter, Youtube, Google +, Instagram, por nombrar las más utilizadas) han de utilizarse con cierto criterio y sensatez que, por supuesto, no todo el mundo lo posee.

No te fíes

Como en la vida real, no todo vale ni te puedes fiar de cualquiera porque nunca sabes a oídos o “vista” de quién puede llegar. Por lo tanto, si en un momento determinado te sientes enfadado con alguien o algo (o con el mundo), nada mejor como buscar alternativas más reales y vías de escape más sanas que desahogarte a través de una pantalla y teclado donde quedará grabado para siempre.

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Recuerda que Internet tiene memoria eterna y es como un tatuaje. Aunque lo quieras borrar, alguna página, retweet o usuario con mala idea te seguirá recordando –en un momento determinado- que aquel mal día que tuviste, sigue estando presente.