Con independencia de la zona del planeta que alguien se encuentre, por muy aislada que sea la isla o tribu, la misma música es capaz de producir similares sentimientos y emociones en cada uno de los sujetos que la escuchan. Su universalidad se ha hecho patente en una interesante investigación
La tópica frase hecha de que la música es universal la hemos oído, e incluso dicho, en muchas ocasiones. Sin embargo, no era sólo una expresión hecha sino que ya se puede afirmar que viene avalada por un estudio científico.
Expertos de la Universidad de Montreal (Canadá) y de la Universidad Technische de Berlín (Alemania) han hecho públicas sus investigaciones en la prestigiosa revista Frontiers of Psychology.
Culturas enfrentadas
El eje de sus estudios ha girado en torno a la disyuntiva de si personas tan lejanas –cultural y geográficamente situadas- eran capaces de experimentar las mismas emociones y sentimientos al escuchar idénticas melodías.
Y así ha sido. Al menos, sus variaciones físicas han sido independientes de la zona del planeta donde se encontraran y, sobre todo, de su educación y nivel educativo.
Para hacer el experimento más extremo, los investigadores enfrentaron a una tribu aislada de pigmeos congoleños y a un grupo de voluntarios canadienses, muchos de ellos bohemios o relacionados con ambientes artísticos.
Pues, aunque parezca mentira, esa música de la banda sonora de “Star Wars” o la mítica pieza central de “La lista de Schindler”, que tantas emociones han provocado a todos los espectadores de la película, también despertaba interesantes sentimientos en los pigmeos.
Vencer miedos
Es evidente que los congoleños no utilizan la música como modo de evasión o diversión, ni siquiera para acompañar sus quehaceres diarios pero, para ellos, también aporta un valor significativo.
A la hora de armarse de valor y vencer determinados miedos frente a la caza; para honrar a sus muertos, o incluso para animar a sus otros compañeros, la tribu africana dedica reveladores cánticos de todo tipo.
Sin embargo, la gran diferencia es que, según explica Hauke Egermann, el psicólogo al frente del estudio, “para los pigmeos, el significado de la música siempre es positivo. Todas sus canciones son para animar un estado anímico negativo. Para que el que se sienta triste se alegre; para que el cazador aterrado gane valor… No conciben lo que hacen los occidentales, es decir, que la música se dedique a transmitir emociones negativas”.
Por lo tanto, cada cual tiene una preferencia y en cada cerebro se producen recuerdos diferentes al oír determinadas melodías. Pero lo que no se puede negar es que la música nos reporta a todos reacciones a veces casi equivalentes.